El niño en fuga

El niño, qué alce bello
cuando mira la tarde
tremendamente a salvo
de toda posesión
de toda turbiedad.

Mientras yo me debato,
escribo, pienso, espero,
el niño está mirando.

Yo soy una creación de su mirada
que desconoce el miedo.

Limpian sus ojos,
con mirar, lo que miran,
evitan que me pierda
en cosas irreales.

¿Cómo seré
por dentro de este niño
cuando no le hago caso
sino apenas de oídas?

Mastica hasta un papel,
y viene y va y vuelve,
cada vez más ajeno
conforme más me mira.

Él no lo sabe, yo
no me doy cuenta,
pero la tarde corre
y cada instante ya es irreparable.

Se va la tarde,
escapa, escapa en vuelo,
en alas de sus ojos
de fiera inofensiva.

Por el pasillo corren
la tarde y mi alce bello,
ligeros y benignos
como una tempestad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario